No podemos pensar al fútbol como un evento aislado, ni como espectáculo aparte; nada de lo que pasa en el balompié carece de manifestaciones culturales, valores y antivalores. Este deporte ha tenido la prodigiosa capacidad de trascender el ámbito lúdico, incluso llegando a lo político y a lo educativo. No sabemos si odiar al fútbol por la enajenación que propone, o amarlo para siempre por los alcances que tiene.
El sismo y la Liga Mx
Cuando parecía que habitamos un país arrobado por la mezquindad y la desvinculación, segregados por colores y diferencias, un sismo, abruptamente, hizo colapsar cualquier muralla antifraterna.
Olvidamos los escudos, los partidos, las razas, los estratos sociales. Y aunque algunos prefirieron el circo, prevaleció la comunicación directa, las redes sociales, el internet unificador. Todo a favor de un solo grito: Fuerza México.
En un mundo donde la información es moneda de cambio, se extendieron redes de apoyo; cimentadas en el compromiso con la ayuda. El pueblo mexicano fundido en la camiseta de la solidaridad.
Se suspendió la Liga Mx, la Copa Mx y todas las actividades futboleras. Se dejó de jugar a la pelota para comenzar un partido más importante: la supervivencia y el rescate de los mexicanos.
El fútbol y lo colectivo
¿Quién dijo que el fútbol solamente generaba discusión, antipatía y violencia? Nunca pensamos en las dimensiones de lo colectivo que aguardaban dentro de un estadio y un equipo. Un deporte diseñado para la cooperación levantó la mano como indispensable motor en la lucha por unirnos tras el sismo.
Cruz Azul, León, Tigres, Chivas, América y mucho otros equipos se sumaron. No solo en lo anímico, ni en la pronunciación, sino en el terreno donde México jugaba entre la vida y la muerte de sus habitantes. Los equipos enviaron a sus embajadores, no para la foto, sino para meter las manos entre los escombros, para el acopio de víveres, para el abrazo de esperanza.
Esta semana no se jugó ni un partido en México, pero el fútbol y los mexicanos ganaron.
#FuerzaMéxico
Como México, no hay dos
Sin lugar a duda, el deporte que a veces no hace alejarnos, molestarnos, y burlarnos de los amigos, también ha sido el motor para que niños y adultos estén cerca de sus ídolos. México es imponente, es lindo, y para muchos que no vimos el actuar de la nación en 1985, hoy, está más que claro que como México, no hay dos.