Pepe, mi amigo entrañable desde la secundaria, ávido de las retas en las canchas de tierra de la colonia Morelos siempre tuvo un sueño, armar su propio equipo de futbol. Con mucho ímpetu, deseo y motivación intentó juntar a todos los amigos de la cuadra, aquellos que jugaban muy bien y se daban a desear evitaron a toda costa ser reclutados en un nuevo club, solo, simplemente por ser iniciativa de Pepe, sí, aquel que al igual que para bailar en las fiestas familiares tenía dos pies izquierdos para jugar futbol.
Sin duda, algo que siempre le admiraré a Pepe será las ganas de salir adelante, después de la Secundaria ambos nos distanciamos, estudiar en prepas diferentes nos hizo ver otro panorama sobre la vida social que llevábamos. Noble por naturaleza, el hijo de doña “chencha” la tamalera de la esquina, bienaventurada por las mañanas entre los albañiles que trabajaban en la construcción de la nueva plaza comercial salía todos los días en busca de ganarse el pan después de estudiar, era difícil para su familia salir adelante con muchas carencias económicas puesto su padre se había adelantado hace 3 años al otro mundo por culpa del alcohol.
Cualquier chico a su edad, por la vulnerabilidad social en la que se encuentra hoy en día la juventud pudo ser presa fácil de las malas compañías, del alcoholismo, drogas, del dinero fácil, situaciones que se encuentran en cada esquina, desde las grandes ciudades y de su periferia hasta las colonias mas maltrechas de los pueblos devastados por la marginación y la indiferencia. Pepe solo tenía un objetivo, lograr conjuntar un equipo de futbol, hobbie que de nacimiento fue gustoso por dirigir desde un banquillo las estrategias de guerra que solo en su mente podían existir.
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Con un “don” especial de mando, de iniciativas e ideas, Pepe se dio a la tarea de buscar a los jugadores que él creía aptos para su nuevo equipo. Buscó por las mas recónditas zonas donde el pandillerismo calmaba sus ansias perdidas por la vida para patear un balón, un momento de paz y gloria de aquellos niños arropados por la insolencia de la calle, el “colmillo” de muchos de ellos despuntaba en habilidades innatas.
En la cancha de tierra de la colonia Independencia, clásica por sus calles hechas de “jales” (tierra de relleno) vivía Paco, un joven que despuntaba entre todos, calidad mística por dejar compañeros mordiendo el polvo, no por golpes, si no por sus movimientos que sin balón dejaban perplejos a los rivales en cuestión de segundos, fiel admirador del “tiki-taka” guardiolano, Paco conoció a Pepe por casualidad en la Unidad Deportiva “José María Morelos y Pavón” donde las clásicas retas por el “chesco” o las “chelas” eran el mejor premio al que lograra dominar el futbol rudo de una raza hambrieta de goles.
Esa tarde, Paco se llenó de pelota, dejó sembrados a 5 rivales, en ese momento, Pepe admiró sin condición aquel golazo que era una copia región 4 del golazo de Messi contra el Getafe emulado al de Maradona ante Inglaterra en el mundial de 1986, desde ese momento se construyeron los “lastres del futbol”, CONTINUARÁ…
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